28 de abril de 2014
Esta tecnología que es producto de la investigación que se realiza en el Instituto de Biotecnología de la UNAM (IBT-UNAM) y en el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD-Culiacán), lleva por nombre comercial Fungifree AB® y se vende en alrededor de 360 pesos el kilo. Su principio activo es la bacteria Bacillus subtilis, que actúa como antagonista del hongo Colletotrichum gloesporoides, con lo cual impide se generen en los mangos las manchas negras características de la antracnosis.
"Y como también combate a la cenicilla polvorienta (provocada por los hongos Leveillula taurica y Erysiphe cichoracearum), los productores de aguacate, papaya, naranja, toronja, limón, berenjena, chile, jitomate, tomate, calabaza, calabacita, melón, pepino y sandía, ya pueden beneficiarse de este producto", dijo en entrevista Enrique Galindo Fentanes, investigador adscrito al IBT-UNAM.
Una historia de éxito
Para la comercialización de este desarrollo innovador fue crucial la participación de la empresa Agro&Biotecnia (una iniciativa empresarial promovida por el Instituto de Biotecnología), que licenció la tecnología, y luego que obtuvo los registros del producto, escaló a nivel industrial la producción para uso comercial. Agro&Biotecnia firmó un contrato de distribución exclusiva con la empresa FMC Agroquímica de México, lo que permitió que el biofungicida fuera lanzado al mercado en noviembre de 2012.
El éxito de esta tecnología no solo radica en haber ampliado el número de cultivos en los que es efectivo, sino también en haber logrado crear una empresa dentro del IBT-UNAM, gracias a una negociación que tardó dos años y que terminó en un acuerdo que estableció la cesión de las regalías por parte de los investigadores involucrados a la institución académica dejando sin efecto un uso personal de las mismas, como sí ocurre en Estados Unidos y en países de Europa.
Los científicos que tuvieron que volverse "empresarios" para darle salida al producto, consiguieron la patente en México en noviembre del 2011, luego tramitaron una solicitud a través del Tratado de Cooperación en materia de Patente (PCT, por sus siglas en inglés) y están a la espera que les otorguen los derechos de exclusividad en Estados Unidos, Brasil y Ecuador. "Estos dos últimos países los elegimos porque son productores de mango y el biofungicida nació y se promovió para ese producto (...), aunque ahora ya se ha extendido", dijo Galindo Fentanes.
Con una limitación económica, los investigadores decidieron patentar sólo en estos países el Fungifree AB®, que para todos los cultivos tiene el mismo principio activo. La presentación del producto es en polvo y cuenta con sendos registros de inocuidad de la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y de efectividad de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), esta última encargada de certificar la efectividad de la sustancia para los 15 cultivos.
Del año 2000 a 2005, los biotecnólogos realizaron la investigación y lograron encontrar la manera de combatir la antracnosis en el mango; en los siguientes tres años hubo una triada de empresas interesadas en llevar a escala comercial el producto, pero luego de no concretarse las negociaciones los investigadores se enfrentaron a "una disyuntiva, porque sabíamos que teníamos un buen producto pero al no tener éxito para colocarlo, las opciones eran seguir tratando de transferir la tecnología a una empresa que apareciera en el futuro, archivar el conocimiento en un cajón o formar una empresa, entonces decidimos irnos por esta última vía".
Enrique Galindo Fentanes, Leobardo Serrano Carreón y Carlos Roberto Gutiérrez García formaron Agro&Biotecnia en marzo del 2008 y firmaron un convenio de transferencia de tecnología con la UNAM, "de hecho esta empresa ya le pagó regalías a la UNAM, las cuales se dividen entre esta institución y el CIAD, cada una con un 50 %".
El biofungicida mexicano que logró pasar del laboratorio al mercado con un impacto socioeconómico favorable, tiene como virtudes: no deja residuos tóxicos sobre la superficie del fruto, no tiene efectos negativos en la salud ni en el medio ambiente, tiene alta vida de anaquel (de casi cuatro años) y aumenta la posibilidad de exportación, es decir, se puede vender a precios superiores.
Según Galindo Fentanes "en la producción de mango ya demostró que incrementa hasta en tres veces el porcentaje de la cosecha con calidad de exportación". Por lo anterior, se busca conquistar el mercado internacional y la certificación del OMRI (siglas en inglés del Instituto de Evaluación de Materiales Orgánicos), organización estadounidense independiente que evalúa y certifica productos aptos para la producción orgánica
Fuente: Academia Mexicana de Ciencias