18 de diciembre de 2012
El 18 de diciembre se inaugura, de forma oficial, una nueva estación de seguimiento de satélites en Malargüe, Argentina, lo cual marca la finalización del trío de estaciones de espacio lejano de la Agencia Espacial Europea (ESA por sus siglas en inglés), confirmando la posición de la ESA como una de las organizaciones espaciales del mundo más avanzadas tecnológicamente.
La nueva y robusta antena reflectora de ondas de radio de la estación de seguimiento de la ESA, instalada en Malargüe, es sólo la evidencia visual más obvia de la maravillosa tecnología que muy pronto hará el seguimiento de misiones que viajarán cientos de millones de kilómetros en el interior de nuestro Sistema Solar.
Con cuarenta metros de altura y con una antena móvil ensamblada de 610 toneladas de peso, la estación sorprende por su hermosa e imponente pose, a 1.500 metros de altitud en la árida llanura argentina, donde la tecnología punta se cruza con la Pampa.
Además de hacer el seguimiento de las misiones a Marte, Venus y otros lugares, también hará experimentos científicos con ondas de radio, permitiendo a los científicos, tanto de Europa como de Argentina, estudiar las características de la materia a través de la cual viajan las señales de comunicación entre las naves y la Tierra.
A cambio de los beneficios, instalaciones y servicios que proporcionará Argentina durante los cincuenta años de vida estimados de esta instalación, sus capacidades se compartirán con este país, dado que la oficina nacional para el espacio, CONAE, ha sido socio del proyecto en el área instrumental.
"La estación de Malargüe recibe radioseñales en las bandas X y Ka, incrementando de forma significativa su habilidad para recibir grandes cantidades de datos desde distancias muy lejanas", afirma Roberto Maddè, gestor del proyecto de la estación de la ESA. Nuestros socios argentinos nos han ayudado mucho en la construcción de la estación y esta colaboración pone de manifiesto la buena relación existente entre ESA y CONAE.
Un amplificador de potencia de 20 kW permite la transmisión de telecomandos en el espacio a cientos de millones de kilómetros de distancia, mientras que el enfriamiento de los amplificadores de bajo ruido a 15 grados Kelvin (-258 Celsius) permite recibir señales ultradébiles que llegan de más allá de Júpiter.
Por hacer una comparación: su smartphone transmite utilizando una diminuta batería de unos 125 milivatios. Esto es millones de veces más potente que las señales que Malargüe puede recibir.
Fuente: ESA