Urna electrónica: ¿a prueba de fraude?
Urna electrónica: ¿a prueba de fraude?
- El IFE evaluó en los 300 distritos electorales del país un nuevo prototipo hecho por expertos del Cinvestav
16 de julio de 2012
En la antigua Grecia el voto se ejercía con fichas de metal que eran arrojadas dentro de un contenedor de barro para facilitar el conteo, que se hacía en forma manual. Hoy, los países con sistemas democráticos apuestan a suplir los errores humanos en la emisión y recuento de sufragios con el uso de tecnologías automáticas como la urna electrónica. México no quiere quedarse atrás: a la par con las elecciones federales celebradas hace unos días, el Instituto Federal Electoral realizó una Prueba Piloto Nacional de Boleta Electrónica con mil 200 nuevos prototipos diseñados y ensamblados por expertos del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav).
Se instalaron 4 aparatos en cada uno de los 300 distritos electorales del país. Los resultados computados con estas máquinas -cuyo modelo es una versión mejorada de otros protipos con los que el IFE ha trabajado desde hace varios años- no tendrán carácter vinculante, es decir, serán tomados sólo como referencia para analizar si es viable establecer el voto electrónico generalizado en el país. "Evaluar el funcionamiento y aceptación ciudadana del prototipo de boleta electrónica producido por el Cinvestav, con base en el diseño del IFE, así como medir la opinión de los participantes" son las metas contempladas en el acuerdo CG384/2012 suscrito por el Consejo General del propio instituto. "Es un instrumento muy poderoso y ya está listo para cualquier elección, pero aún no puede utilizarse (formalmente) en todo el país para elegir gobernantes, porque la ley electoral (Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales) en México ahora no lo permite y tendría que cambiarse", dice el investigador Mariano Gamboa Zúniga, responsable de este desarrollo. Voto por voto... Las tecnologías para la emisión y conteo de votos han tenido un avance constante desde 1838, cuando el movimiento obrero por la Constitución del Pueblo (Charter People) en Inglaterra bosquejó la primera máquina (no construida) que registraría las preferencias de cada elector con un reloj contador activado por bolas metálicas depositadas en agujeros en su superficie. Más tarde, en 1881, el inventor Anthony Beranek (EU) obtuvo la primera patente para una máquina de votar mecánica destinada a usarse en elecciones generales en ese país.
Ésta contenía filas y columnas de botones con seguros internos que impedían repetir los sufragios. En el siglo XX se desarrollaron otros sistemas basados en tarjetas perforadas, escáneres ópticos o dispositivos mecánicos de palancas (hasta 1990 éstos eran comunes en los comicios en EU). Hasta los años 70 los avances en informática, microcomponentes y sistemas de cómputo permitieron fabricar las primeras máquinas electrónicas para recopilación y conteo directo de votos. Por ejemplo, el Video Voter, inventado en EU por Ziebold y Kirby en 1974 fue usado un año después en elecciones en el estado de Illinois. "Este dispositivo fue probablemente el primer sistema electrónico de registro directo utilizado en una votación real", según apunta el investigador Douglas V. Jones, del Departamento de Ciencias de Cómputo de la Universidad de Iowa. Hoy, numerosas empresas fabrican urnas electrónicas con diferentes niveles de desempeño y sistemas de seguridad físicos y lógicos (programas, códigos de acceso, encriptación de datos). Pero la "democracia digital" aún es imperfecta, como se constató en las elecciones de 2004 en EU: la confusión de votantes en Florida al usar estas máquinas propició errores de cómputo que le costaron la presidencia al candidato del Partido Demócrata Albert Gore.
Otro escándalo similar se desató en 2006 cuando el Centro de Políticas de Tecnologías de la Información en la Universidad de Princeton (New Jersey) presentó el análisis de la Diebold Accu-Vote TS, una de las máquinas electrónicas más usadas en las elecciones en EU hasta ese año. El estudio mostró que un hacker podía inutilizar muchas de ellas tras inocularles un virus informático.
Dispositivos de seguridad En México ya se han utilizado urnas electrónicas para elegir autoridades en tres municipios de Jalisco; también se han probado a nivel seccional en Coahuila y el DF. Sin embargo, en abril pasado el Instituto Electoral del DF rescindió el contrato que tenía con la empresa Pounce Consulting tras de que ésta entregó varios prototipos que resultaron defectuosos.
Ante estos antecedentes y la "caída del sistema" en las elecciones federales de 1988, ¿contribuirá esta nueva urna electrónica a hacer más transparente el voto en el país? ¿En qué se distingue de las que ya han sido probadas antes? El doctor Gamboa responde: "tiene muchos dispositivos de seguridad, entre ellos un software que le da integridad absoluta".
El titular de la Coordinación General de Servicios de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones del Cinvestav explica que si hubiese intercepción de los datos electorales computados por estas máquinas (que además van encriptados, es decir, codificados) al enviarlos a los centros de información del IFE, el programa los detectaría. "Si la boleta electrónica estuviera en el Estado de México, sólo podría emitir datos desde esta entidad, pues está foliada". Es decir, el programa identifica a la fuente emisora gracias a los códigos previamente alimentados y confirma si los datos enviados a los centros de cómputo del IFE correspondan a la localidad asignada originalmente al aparato. Gamboa no descarta que, como en EU, especialistas en cómputo pudieran vulnerar esta nueva urna-boleta electrónica, que emite instrucciones habladas para su operación.
Pero esto es sumamente difícil, pues es un sistema cerrado, con tarjetas no removibles. Además, los hackers "necesitarían un cluster (cúmulo) de supercómputo para descifrar el contenido". Aparte de estos "candados" informáticos, la nueva urna electrónica, que fue desarrollada y ensamblada en un tiempo récord de 4 meses, incorpora seguros físicos, como una cuña en la parte trasera que sólo puede removerse para extraer los resultados (digitales y sus comprobantes impresos en papel) hasta que concluye la jornada electoral. "La idea es que el ciudadano comienze a familiarizarse con esta forma de votar", refiere el académico. "Para esta elección (1 de julio) se enviaron 240 millones de boletas de papel a los 300 distritos electorales del país, en un total de 143 mil casillas. Entonces, tendríamos que fabricar el mismo número de boletas electrónicas para usarlas en las próximas elecciones federales". "En la medida en que los partidos políticos se pongan de acuerdo, y con las correspondientes modificaciones a la ley, esta máquina podría adoptarse en el futuro sin ningún problema" (como sustituto de las boletas de papel), anticipa el investigador.