Este consorcio ofrece una capacidad nutricional y funcional superior a la de los actuales productos lácteos fermentados, dice Laila Partida. El trabajo fue publicado en Journal of Applied Microbiology
Un nuevo consorcio de bacterias con alto potencial probiótico fue identificado por científicos del Cinvestav, Unidad Irapuato, en heces de bebés lactantes, el cual ofrece una capacidad nutricional y funcional superior a la de los actuales productos lácteos fermentados.
Este consorcio, conformado por bacterias de la especie Klebsiella variicola, combinada con otras cuatro ya conocidas de Lactobacillus, podría ser usada en la producción de alimentos probióticos como yogur, quesos o leche, para reforzar la salud intestinal e inmunitaria de las personas, ya que facilita que los nutrientes lleguen al organismo de manera eficaz y con un efecto más duradero, señaló Laila Pamela Partida Martínez, investigadora del Cinvestav.
Indicó que la leche, base de muchos de los alimentos probióticos, contiene proteínas complejas que dificultan su digestión, por ello, la ventaja del novedoso consorcio bacteriano es su capacidad para liberar proteínas, cortándolas en fragmentos y transformándolas en aminoácidos, que son mucho más digeribles y asimilables por el organismo, mejorando la absorción de nutrientes y ayudando a la flora intestinal.
Este hallazgo, publicado recientemente en la revista Journal of Applied Microbiology, es resultado de un trabajo que inició hace tres años con la tesis doctoral de Hugo Rosales Bravo, alumno de Laila Partida Martínez en el Laboratorio de Interacciones Microbianas y de Víctor Olalde Portugal en el Laboratorio de Bioquímica Ecológica. "Nos interesaba saber cómo los microbiomas, tanto de los seres humanos como las plantas, interactúan con los hospederos para modificarlos y darle funciones nuevas o de carácter adaptativo que le permiten sobrevivir mejor."
El objetivo fue buscar cepas que pudieran tener potencial probiótico derivado de heces de lactantes sanos ubicados en el estado de Guanajuato. Uno de los intereses era saber qué cepas de las que ya viven en el intestino del bebé son realmente capaces de producir o liberar aminoácidos, principalmente los de cadena corta ramificada, los cuáles son muy importantes para la síntesis de músculo y proteína en general, destacó la científica.
Explicó que se eligieron a 12 lactantes sanos para hacer las pruebas. Los bebés tenían entre uno y seis meses de edad y su única fuente de alimento era la leche materna. Se obtuvieron más de 300 bacterias las cuales se aislaron, caracterizaron y evaluaron para elegir las que mejor produjeran los aminoácidos esenciales que estaban buscando: valina, isoleucina y leucina. Se probaron más de 20 consorcios bacterianos y el que dio mejores resultados, ahora ya se puede cultivar en un fermentador en laboratorio.
Laila Partida Martínez destacó que el consorcio de bacterias encontrado fue el mejor productor de aminoácidos liberadores de leucina, tanto que el aminoácido está disponible para ser absorbido por el cuerpo en cuanto se ingiere.
Aunque faltan algunas etapas de prueba en modelos animales, entre las aplicaciones que se piensan están los pacientes de hospitales, que por lo general pierden masa muscular y esto podría ser un complemento nutricional para reforzar el sistema inmune, ayudar a la síntesis de músculo y en general como una forma de mejorar su estado de salud.
Además del efecto liberador de aminoácidos, añadió, se obtuvieron nuevos perfiles de volátiles, es decir, que se tiene la posibilidad de generar nuevos aromas para mejorar el producto final "no todo lo sano debe tener un olor y/o sabor desagradable".
De acuerdo con la también integrante del Sistema Nacional de Investigadores, el nicho de la microbiota intestinal tiene mucho potencial. "En esta investigación nos centramos en los aminoácidos ramificados, pero podríamos explorar cómo funcionan en la degradación de la lactosa para los intolerantes a este disacárido, o en alguna otra función que se requiera".
"Sabemos que el microbioma de los seres humanos se desarrolla desde el nacimiento, la lactancia y se estabiliza hasta los tres años, y depende tanto de factores genéticos como de la dieta, entre otros aspectos, entonces se pueden buscar cepas de microorganismos dentro de la gran diversidad intestinal que aún desconocemos y hallarles funciones adecuadas para usarlas en nuestro beneficio".