De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la discapacidad visual se refiere a la pérdida total de la visión, a la debilidad visual u otras limitaciones en uno o ambos ojos. En México hay 1 millón 292 mil 201 personas con alguna discapacidad visual.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, Ibáñez Cornejo, quien es doctor en Fisicoquímica, explicó el surgimiento del proyecto, así como los retos a los que se enfrentaron y los planes a futuro para poder llevar ciencia a la gente que lo necesite.
En la UIA existe un programa de trabajo con personas con alguna discapacidad. Fue dentro de dicho programa de apoyo a la diversidad donde surgió la idea de crear del libro Experiencia, tacto y contacto: química experimental para personas con discapacidad visual, el cual va dirigido a nivel secundaria y fue realizado gracias al patrocinio del Patronato Económico y de Desarrollo de la UIA.
"Dentro del programa platicamos que las personas con discapacidad visual no tienen acceso a la ciencia como la mayoría de los otros la tenemos", explicó Ibáñez Cornejo.
Asimismo, añadió que su aporte es el poder enseñar ciencia de manera experimental a esas personas: "Comenzamos a revisar literatura y en español es muy limitada, entonces pensamos en diseñar nuestros propios experimentos".
Mediante el diseño de experimentos de química, física, biología, evaluación sensorial y enseñanza de las matemáticas, surgió la necesidad de elaborar un material escrito. Actualmente, el investigador y su equipo solamente han editado el texto de química, aunque Ibáñez Cornejo no descarta que en un futuro se realice alguno de otra materia.
Profesora Elizabeth García PintorEstos diseños surgen de talleres impartidos en la UIA en colaboración con el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) unidad Monterrey, el Museo de la Luz de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Departamento de Física y Matemáticas de la UIA y la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán.
Una de las dificultades a la que se enfrentó el doctor Jorge Ibáñez Cornejo fue encontrar una editorial que imprimiera en blanco y negro, en braille y por ambos lados de la hoja. "Afortunadamente encontramos una editora con discapacidad visual, Milagros Martín Santibáñez, y ella se dio a la tarea de asegurarse de que quedaran impresas por los dos lados del papel (...) La editorial Invipress fue la encargada de realizar esta labor gracias a la visión social de su director, el ingeniero Juan Ramón Bárcena", detalló.
Del papel al estímulo sensorial
En palabras del también profesor de la UIA, el mayor reto es transducir los estímulos visuales a olfatorios, táctiles, de vibración o auditivos, es decir, transmitir señales de modo que las personas con discapacidad visual se percaten de que ya se llevó a cabo una reacción química. "Por ejemplo, algunos de nuestros experimentos disparan un dispositivo que emite un sonido y de esta manera se percibe que ya se llevó a cabo una reacción", describió.
Otro de los cambios que las personas con discapacidad visual pueden percibir con los experimentos son en relación a la temperatura, y recientemente el equipo trabaja en reacciones olfativas.
En cuanto al contenido de la publicación, el doctor expuso que se cubrieron varias áreas de enseñanza de la química y la física. "Vimos reacciones de combustión, fluidos no newtonianos, polímeros superabsorbentes. Todo esto, aunque suene rimbombante, es parte de la vida cotidiana de una persona".
A través de 20 experimentos de fácil acceso, el grupo que desarrolló la publicación busca que las personas a las que va dirigida tengan una idea de qué es lo que pueden hacer con la ciencia y cómo esta está presente en sus vidas.
"Los resultados que hemos obtenido son muy alentadores. Las personas con discapacidad visual han tenido vedada la ciencia la mayor parte de sus vidas. A la hora de percibir la ciencia con sus sentidos, les brindamos una nueva experiencia", comentó el entrevistado.
Actualmente se trabaja con profesores que atienden grupos con discapacidad. "Hemos trabajado con el Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe), la Universidad de Sonora (Unison), el Museo del Telégrafo, el Centro de Atención para Estudiantes con Discapacidad, el Centro Ilumina, Ceguera y Baja Visión, y las asociaciones Ave de México, Vemos con el Corazón y Discapacitados Visuales del Estado de México, y queremos continuar con profesores que trabajen con alumnos que tienen este tipo de limitaciones", explicó el también miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
El doctor Ibáñez Cornejo consideró que en un futuro el libro se podría complementar con imágenes tridimensionales.
Satisfacción ante todo
Una de las apuestas de este proyecto es que los experimentos pueden ser realizados por cualquier persona con otro tipo de discapacidad o de algún grupo marginado, ya que no requieren de equipo sofisticado y utilizan insumos de bajo costo. "Se trata de hacer todo con materiales sencillos al alcance de la mano", explicó el entrevistado.
Ante la pregunta de qué significa participar en un proyecto de este tipo en México, respondió: "En nuestro país hay 1 millón 300 mil personas sin acceso a la ciencia porque casi no tienen programas ni materiales enfocados a ellos. Esta puede ser una aportación para la formación de estas personas".
Para el doctor Ibáñez Cornejo, es grato desarrollar este tipo de proyectos en el país. "Hacer esto añade poco al currículo profesional, pero a nivel personal y social es una enorme satisfacción. Atender a los grupos menos favorecidos es una responsabilidad compartida", dijo.