Tres investigadores de tecnología digital en educación, adscritos a la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), realizaron un estudio exploratorio sobre los aspectos de posesión, permisos y usos educativos de diferentes equipos portátiles, principalmente de teléfonos celulares, tabletas digitales y laptops.
Para ello, el grupo académico desarrolló y aplicó una encuesta a 2 mil 635 estudiantes de primaria, secundaria, preparatoria y universidad, en la zona urbana de Ensenada, Baja California.
De acuerdo con el doctor en Ciencias Educativas Javier Organista Sandoval, investigador del área de Tecnología Educativa de la UABC, conforme aumenta el nivel educativo, la posesión de teléfono celular también se incrementa; porque mientras en nivel primaria el porcentaje de pertenencia o utilización de este aparato llega a 58 por ciento, en universidad alcanza 97 por ciento.
En tanto, la tableta encuentra su máximo porcentaje de posesión en el nivel básico de educación, con un 46 por ciento; en secundaria alcanza un 42 por ciento, en preparatoria 40 por ciento y en universidad 36 por ciento, señaló el entrevistado.
"Observamos que, de acuerdo al ascenso del nivel educativo, hay un decremento de uso de la tableta digital, porque mientras que los estudiantes de primaria dirigen su actividad con este dispositivo para consultar información, al alumnado de preparatoria y universidad les resulta insuficiente debido a que ellos requieren equipos con sistemas más robustos que les permitan crear, desarrollar, diseñar y producir información para reportes, presentaciones, programas, entre otros", afirmó el doctor Organista Sandoval.
"El requerimiento de búsqueda y consulta de información en el nivel primaria puede apoyarse satisfactoriamente con la tableta digital. Por lo tanto, para propósitos educativos, una tableta es la herramienta ideal en este nivel. Sin embargo, para fines de comunicación y de organización, el teléfono celular es el que mejor ayuda", agregó.
Algo que llamó la atención de los investigadores y realizadores de este estudio es que el momento o punto de partida en el que los estudiantes comienzan a usar este tipo de tecnología se ubica en los 7.8 años de edad, lo que significa que alumnos de segundo año de primaria ya cuentan con tableta o celular, e incluso con ambos.
Aunque en los niveles de primaria y secundaria el teléfono celular se ubica en un contexto escolar de prohibición, en preparatoria y universidad su uso es incipiente, al igual que en eventos educativos aislados, mencionó el entrevistado.
"Los resultados arrojaron que a nivel primaria 85 por ciento mencionó que nunca se le permitía el uso de celular. A nivel secundaria, 79 por ciento. En preparatoria 43 por ciento y en universidad 32 por ciento", explicó.
Tecnología y educación
"Dado que la tecnología es inherente a nuestras vidas, es deseable aprovechar las bondades tecnológicas del teléfono celular para apoyar al proceso educativo. Estas acciones deben estar supervisadas y coordinadas por los docentes, quienes para ello deben contar con las habilidades digitales básicas que les permitan incorporar la utilización de estos dispositivos a sus estrategias didácticas", consideró Organista Sandoval, quien es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) con el nivel I.
Si bien el teléfono celular es un equipo con alta capacidad distractora, su correcto uso, a través de una puntual orientación, puede funcionar como una herramienta pedagógica, gracias a atributos y capacidades específicas que describió el doctor en Ciencias Educativas.
"La comunicación es una de las categorías principales y de mayor provecho. El teléfono celular le permite al estudiante acceder a redes sociales, establecer conexiones con grupos, comunicarse con sus compañeros de escuela; en particular con alguien que domine cierta temática y/o con el docente mismo", explicó.
El manejo de información es otra ventaja de los teléfonos móviles, sobre todo aquellos con capacidad para acceder a internet. La enorme cantidad de información a la que se puede tener alcance (ubicaciones geográficas, datos históricos, videos matemáticos, entre otros) puede propiciar un mejor aprendizaje de los estudiantes, comentó.
Otro valor agregado de los teléfonos celulares, dijo, es la posibilidad de organización. Niños y jóvenes pueden agendar tareas, anotar contactos de sus compañeros, llevar una agenda de exámenes y tomar notas, por mencionar algunos aspectos.
Asimismo, si el profesor lo permite, los alumnos pueden aprovechar este manejo de medios para sacar fotos del pizarrón o de los apuntes de sus compañeros de clase, en caso de inasistencia; así como tomar videos cuando las explicaciones les resulten complicadas. Todas estas son algunas acciones que ya están presentes en las aulas, comentó el doctor.
"Es preciso encontrar las mejores vías y prácticas para la inserción de la tecnología en el proceso educativo. Para ello se requiere de un alto nivel de responsabilidad y de madurez de los estudiantes, de habilidades digitales del docente, y de replantear las estrategias didácticas en el aula, acorde al contexto tecnológico actual. Estos son algunos de los retos que enfrenta el sistema educativo mexicano con relación a la mediación tecnológica del proceso educativo", concluyó el investigador de la UABC.
La realización de este proyecto de investigación, titulado Estudio exploratorio sobre los usos educativos del teléfono celular realizados por estudiantes mexicanos de los distintos niveles educativos, fue posible gracias al apoyo que se obtuvo a través del Fondo Sectorial de Investigación para la Educación de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).