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Se identifican cuatro mil 500 especies de chinches en México
  • Los estudios de Harry Brailovsky han integrado más de 1.5 millones de chinches

21 de julio de 2014

Con 45 años dedicados a la descripción, clasificación y estudio de la distribución de los heterópteros, como se les llama a las chinches en el ámbito científico, han convertido al doctor Harry Brailovsky en una autoridad internacional y en una referencia obligada de este grupo de insectos de importancia agrícola y médica, pues existen algunas especies ampliamente conocidas por infestar árboles, otras por instalarse en nuestras camas para alimentarse de nuestra sangre por las noches y algunas más por transmitirnos la enfermedad de Chagas.

Brailovsky ha dado cuenta de alrededor de 942 nuevas especies de chinches, procedentes de México y de otras partes del planeta, sin embargo, el investigador señala que aún hay muchas especies por descubrir de los diferentes grupos de insectos.

"En el caso de mi grupo de especialidad, las chinches, a nivel global se conocen alrededor de 30 mil especies y en nuestro país unas cuatro mil 500 especies". Aunque esta cifra no está tan dispar con el total, el problema es que cuando se desciende en la escala de clasificación (que va de grupos generales de organismos hasta llegar a la especie) cada vez se sabe menos. "De los coreidos, conocidos popularmente como chinches patas de hoja, mi campo de mayor especialidad, se conocerán quizá unas 800 especies", agrega.

Clasificar un grupo de organismos a partir de su historia evolutiva, es una labor compleja, admite Brailovsky. De ahí que, a partir de su experiencia y de lo que ha visto, el científico asegure que para que un taxónomo llegue a conocer y entender a profundidad cierto grupo de insectos, necesita invertir entre seis y siete años de trabajo de tiempo completo.

Luego que los insectos se colectan en el campo y se montan delicadamente en grandes repositorios, abunda el reconocido investigador, el siguiente paso depende de la habilidad para observar a través del microscopio y de la capacidad de describir detalladamente los ejemplares, esto con la ayuda de la literatura científica apropiada para ello. "Este trabajo no se trata de contar pelos, patas ni uñas, sino de ver y comparar diminutas estructuras morfológicas externas e internas de los organismos. Para mí esta labor ahora es relativamente sencilla, pero para el joven que empieza resulta compleja y muy tardada".

Si bien el proceso de clasificación de las especies es largo, el momento clímax de una investigación de meses o años y de mayor satisfacción para Brailovsky ocurre cuando elabora una clave taxonómica, una especie de manual que sirve para identificar a los grupos de organismos. "Una clave es la síntesis de todo ese conocimiento generado y recabado y una clave ilustrada, una buen dibujo o fotografía, refuerza ese conocimiento".

Así, el doctor Brailovsky partiendo prácticamente de cero, con unos cuantos ejemplares y una precaria biblioteca, ha contribuido a integrar un acervo de más de un millón y medio de chinches, que la convierte probablemente en la colección más importante del mundo de este tipo de insectos, afirma.

Fuente: Academia Mexicana de Ciencias

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